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niña jugando ajedrez

Cómo impulsar el potencial de los niños con altas capacidades

 

Foto: Volodymyr TVERDOKHLIB/Shutterstock
Guillermo José Navarro del Toro, Universidad de Guadalajara

En la búsqueda constante de una educación de calidad y equitativa, un grupo en particular requiere una atención especial: los niños con alto rendimiento. Estos jóvenes, con capacidades intelectuales sobresalientes, necesitan programas educativos que los desafíen y motiven.

En este contexto, surge la pregunta: ¿existen programas específicos para atenderlos? Y, de ser así, ¿por qué son importantes?

Entender la diferencia

Los niños con alto rendimiento, también conocidos como niños de altas capacidades, poseen habilidades cognitivas, creativas o académicas superiores a las de sus pares.

Sin embargo, el sistema educativo tradicional a menudo no está equipado para satisfacer sus necesidades únicas. Sin una educación adaptada a su nivel de capacidad, estos niños pueden experimentar aburrimiento, desmotivación y, en algunos casos, curiosamente, pobre rendimiento académico.

Es crucial reconocer que estos niños no solo necesitan más trabajo o tareas más difíciles, sino una educación diferenciada que atienda a su ritmo de aprendizaje acelerado, sus intereses profundos y su capacidad para el pensamiento crítico y la creatividad. En este sentido, los itinerarios diseñados específicamente para ellos ofrecen una solución prometedora.

Curiosidad, rapidez y creatividad

Los niños de altas capacidades tienen un desempeño significativamente superior en una o más áreas académicas, creativas o de liderazgo en comparación con sus pares de la misma edad. Muestran una curiosidad insaciable, una capacidad para aprender de manera rápida y profunda, y un pensamiento original y creativo.

Los expertos han señalado que, sin la estimulación adecuada, estos niños pueden llegar a desconectar y no alcanzar su pleno potencial. Existen varios modelos educativos diseñados para satisfacer estas necesidades, llamados programas de enriquecimiento, de aceleración o programas especializados.

Los programas de enriquecimiento, como los que en México llamamos diplomados, proporcionan oportunidades para que estos estudiantes exploren temas en profundidad y participen en actividades que desafían su intelecto y creatividad.

Los programas de aceleración, por otro lado, permiten a los estudiantes avanzar a un ritmo más rápido que sus compañeros.

Diplomados y programas de enriquecimiento

Los diplomados o programas de enriquecimiento para niños de altas capacidades se diseñan con un enfoque integral que incluye tanto el desarrollo académico como el socioemocional. Estos programas suelen ofrecer módulos en áreas específicas de interés, talleres interactivos y proyectos de investigación que permiten a los estudiantes aplicar sus conocimientos en situaciones reales.

Algunos estudios han demostrado que los niños que participan en estos programas no solo mejoran su rendimiento académico, sino que también desarrollan habilidades importantes como la resiliencia, la autogestión y la colaboración.

Qué deben incluir estos programas

Los programas diseñados específicamente para niños de altas capacidades son importantes por varias razones. Se diseñan con la idea de lograr:

  • Estimulación académica: estos programas proporcionan un currículo avanzado y enriquecedor que desafía a los estudiantes intelectualmente, manteniéndolos motivados y comprometidos con su aprendizaje.

  • Desarrollo socioemocional: los diplomados no solo se centran en el aspecto académico, sino también en el desarrollo de habilidades socioemocionales, como la gestión del estrés, la resiliencia y la colaboración.

  • Identificación y desarrollo de talentos: estos programas ayudan a identificar y nutrir los talentos específicos de cada niño, proporcionándoles las herramientas y oportunidades necesarias para desarrollar su potencial al máximo.

  • Reducción del aburrimiento y la desmotivación: al proporcionar un entorno de aprendizaje adecuado a sus capacidades, estos programas previenen el aburrimiento y la desmotivación que a menudo experimentan los niños de altas capacidades en entornos educativos tradicionales.

El camino tras los programas de enriquecimiento

En algunos casos de capacidades cognitivas excepcionales, el itinerario educativo se acelera. Estudiantes con un desempeño especialmente elevado pueden, una vez completados los cursos de aceleración o enriquecimiento, acceder a los grados universitarios a una edad mucho más temprana que los demás estudiantes.

Es el caso de Carlos Antonio Santamaría, un joven de 12 años que ha sido recientemente admitido en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las instituciones académicas más reconocidas en América Latina. El vínculo académico de Carlos con la UNAM comenzó en 2015, a la temprana edad de nueve años, cuando completó exitosamente dos diplomados avanzados en Química Analítica y en Bioquímica y Biología Molecular para la Industria Farmacéutica, impartidos por la Facultad de Química.

A lo largo de su trayectoria académica, ha ampliado su conocimiento científico en el Centro de Ciencias Genómicas y en el Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM. Pero no es un caso común: tuvo que superar barreras administrativas y el escepticismo inicial en torno a su capacidad para superar los exámenes correspondientes a los niveles de secundaria y bachillerato.

Su historia destaca la necesidad crítica de diseñar e implementar programas educativos avanzados y diferenciados que respondan a las necesidades de estudiantes con capacidades excepcionales, permitiéndoles explorar y desarrollar sus habilidades en consonancia con su nivel intelectual y estadio de desarrollo.

Estas oportunidades educativas tempranas pueden ser cruciales para potenciar sus habilidades y prepararlos para realizar contribuciones significativas a la investigación científica y a la innovación tecnológica desde una edad temprana, marcando el camino para futuros desafíos complejos en sus respectivas disciplinas.The Conversation

Guillermo José Navarro del Toro, Profesor Investigador, Universidad de Guadalajara

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.